El fenómeno de las redes sociales llego para quedarse. El no tener participación en las mismas es un derecho a la privacidad que todos tenemos y debemos respetar, aunque en mi opinión en el ámbito profesional equivale a esconder la cabeza como dice el mito del avestruz, y perderte todo lo que está pasando a tú alrededor, todo lo que se puede aprender, desaprender, colaborar y enseñar. Estamos en la era del conocimiento, era apalancada por tecnologías como la internet de alta velocidad, las redes sociales y profesionales, los dispositivos móviles como tablets, smartphones, los increíbles y prácticos apps para estas plataformas, y los ya una realidad google glasses, entre muchos otros, pasan a formar parte de nuestro arsenal como profesionales. La utilidad que le podemos dar a estos recursos se hace exponencial cada día. Hoy, la diferencia clave las hacen las redes sociales y la tecnología móvil, que nos permiten recibir y compartir información en tiempo real desde casi cualquier ubicación, a muy bajo costo y con una población objetivo infinita, gracias al efecto viral que tienen las mismas.
Se imaginan adonde más hubiera llegado Cristóbal Colón con Google Maps y Google Earth en su smarthphone, que me dicen de los Beatles en los 60’s dándole up loading a “Love me Do” en You Tube, y lanzándolo a la venta el mismo día en todo el mundo a través de Itunes, o el Capitán Jacques Cousteau, desde el Calypso en pleno Mar Rojo, colgando fotos y vídeos de sus expediciones marinas en Instagram y Facebook en tiempo real. Un uso menos glamoroso, y con más sentido social hubiera sido la cantidad de retweets que hubieran recibido en twitter las consignas de los activistas en contra del genocidio Nazi, la guerra de Vietnam, o algo más del patio, los 20 años de dictadura militar.
Solo podemos imaginarlo, porque esos eventos ya sucedieron, fueron personas comunes que influenciaron el mundo de forma no común, sin los recursos que hoy tenemos, pero teniendo algo que siempre se necesitará para trascender… determinación.
Lo que toca, es ver hacia adelante que podemos hacer con todas estas maravillosas herramientas, y utilizarlas para contribuir positivamente en escribir nuestra propia historia, la de nuestras empresas, países y porque no, colaborar de forma positiva en la historia de otros. La decisión está en ti.